Nuestra Institución

Don Rafael Larraín envía una carta, el 20 de agosto de 1954, al Cardenal José María Caro, en la que le pide: “Solicito,entonces a su Eminencia autorización a este proyecto asegurando la orientación del Instituto por medio de un sistema establecido en los Estatutos que aseguran que la Directiva será constituida por elementos representantes de la Acción Católica Rural y con necesidad de VºBº del Arzobispado para que puedan entrar en funciones”.

El Instituto de Educación Rural se origina como una de las diversas respuestas que surgen desde el seno de la Iglesia Católica Chilena, a las necesidades latentes del mundo rural. Se comenzó a organizar en 1953 y obtuvo su personalidad jurídica el 16 de marzo de 1955. No obstante, el 8 de octubre ha sido celebrado institucionalmente como la fecha del aniversario de su creación, dado que en esa fecha, el año 1954, se firmó el Acta de Constitución de la Fundación.

1.- LA CUESTIÓN SOCIAL Y AGRIARIA. 

La situación social y cultural de los trabajadores y campesinos en la primera mitad del siglo XX, mueve a la Iglesia Católica a difundir con vigor las Enseñanzas Sociales contenidas en Encíclicas y Exhortaciones Pontificias llamando a los laicos a actuar en los más variados ambientes sociales y laborales.

Respecto del campo, preocupaba la miseria de muchos, el analfabetismo y la baja escolaridad, los altos niveles de mortalidad y morbilidad y las precarias condiciones de higiene y de salud de inquilinos, medieros y trabajadores rurales. Las condiciones generales de vida y de trabajo del campesinado eran inferiores a los estándares de normalidad para la época. Las relaciones sociales y las instituciones propias del orden agrario tradicional, además de concentrar la propiedad de la tierra, generaban frecuentes situaciones de injusticia, marginalidad y miseria.

La sensibilidad de la Iglesia chilena ante el sufrimiento y la injusticia constituye una de las constantes históricas más notables de su labor evangelizadora. Basta recordar, a manera de ejemplo, la Carta Pastoral del arzobispo Crescente Errázuriz de septiembre de 1921 acerca de la Acción Social en la que expresa: "Causa profundo dolor oír a personas caritativas la lamentable situación en que se hallan los trabajadores en multitud de establecimientos y de fundos rústicos. Sometidos a ímprobas faenas; en algunas partes con escasísimo salario y en otras, aunque al parecer bien retribuidos, esquilmados por el valor excesivo de las cosas que han de comprar al patrón; casi siempre teniendo por habitación chozas miserables, que no les proporcionan abrigo alguno ni alguna comodidad; olvidados en sus enfermedades; tratados, en fin, no como hermanos ni como hombres cuyos servicios se están recibiendo. Tal estado de cosas debe cesar.

Con el propósito de asumir y revertir esta compleja realidad surgen en las primeras décadas del siglo XX un sin número de iniciativas eclesiales. Entre ellas las Semanas Sociales con asistencia de intelectuales, empresarios y trabajadores; reuniones de patrones católicos para estudiar la situación económica y social de la agricultura; concursos dirigidos tambien a los agricultores para mejorar las viviendas de los inquilinos; promoción de la enseñanza primaria en escuelas sostenidas por los propios patrones; servicios asistenciales para enfermos y ancianos; etc.

Las solicitudes de la Iglesia, si bien fueron escuchadas por algunos, no lograban dar respuestas adecuadas a las dimensiones de la llamada cuestión agraria, la que se había agravado de manera extrema a raíz de la crisis del salitre y de la crisis mundial de los años treinta.

2.- FUNDACIÓN DE LA ACCIÓN CATOLICA RURAL Y DEL IER

Preocupaba también a la Iglesia la penetración e influencia de las ideologías y partidos marxistas y la presencia emergente de los protestantes, tanto entre los pobres de la ciudad como del campo. La Iglesia se sentía dolorida por el abandono de muchos de sus fieles y procuró evitar que en Chile ocurriera lo que Pío XI señalara como “el gran escándalo del siglo XX: el abandono de la clase obrera de su Madre la Iglesia”. Por ello el Pontífice no cesaba de “encarecer la importancia y necesidad absoluta” de la Acción Católica como organización para el apostolado de los seglares.

En 1931 el episcopado chileno envía una Pastoral Colectiva comunicando a los fieles el establecimiento oficial de la Acción Católica. En Septiembre de 1932, en una nueva Carta Pastoral Colectiva, titulada La Verdadera y Única Solución de la Cuestión Social, vuelve el episcopado sobre el tema proponiendo reformar interiormente la sociedad para obtener el cumplimiento de los deberes de justicia y caridad. “Sin esta reforma interior... no habrá paz ni armonía entre las clases sociales”. “Reformar internamente la sociedad es imbuirle espíritu cristiano, es formar su mentalidad en los principios de Cristo”. “Responsabilidad de difundir este espíritu, de dilatar el reinado de Cristo en esta sociedad es de los apóstoles eclesiásticos y sus seglares. Ambos están llamados a hacer posible este apostolado integral y completo... tal apostolado se llama: Acción Católica.

A ella encarga el Papa que ayude a la restauración social, poniendo en práctica el primero y más eficaz de los medios de restauración, que es la cristianización de la vida económica y social”. Estas orientaciones fueron ratificadas en 1933, en una tercera Carta Pastoral dedicada al tema de la Acción Católica, en la cual se la definía como la participación activa de los laicos en el apostolado jerárquico de la Iglesia. Llamaba a los fieles a organizarse bajo la dependencia de la jerarquía en laicado apostólico. Con posterioridad en 1943 fue creada en Chile la Juventud Obrera Católica (JOC). El Cardenal José María Caro, Arzobispo de Santiago (desde 1939 a 1958) envía a Canadá en 1945 a los sacerdotes Carlos González y Rafael Larraín para conocer la experiencia de ese movimiento en Quebec. En 1952 Mons. Manuel Larraín, Asesor General de la Acción Católica dirigiéndose a los miembros de la Comisión Episcopal sostiene: “Caracteres de extrema urgencia presenta el problema de la Acción Católica Agrícola.

Se puede decir que salvo algunos casos aislados... la Acción Católica no ha llegado al ambiente estrictamente rural”. Y más adelante emite una verdadera sentencia: “es de todo punto de vista urgente si no se quiere en un futuro muy próximo tener que llorar la pérdida para la Iglesia del campesinado chileno, el atender cuanto antes y eficazmente el problema de la Acción Católica Rural, que hasta el momento prácticamente no existe. Esto exige el dedicar desde ahora algunos sacerdotes que estudien, planeen y propongan los medios de crear y desarrollar una Acción Católica genuinamente rural”. La Comisión Episcopal, el 1º de agosto de 1954 define y crea la Acción Católica Rural y nombra, a sugerencia de Mons. Manuel Larraín, como primer asesor al sacerdote Rafael Larraín quien en carta al Asesor General, del 2 de agosto de 1954 expresa: ...”yo me dedicaré como creo que lo estoy haciendo especialmente a la Acción Católica de los campesinos... y para hacer todo esto buscaré mucho tomar contacto y formar y hacer actuar a los patrones y maestros con el nombre de Instituto de Educación Rural”. Es la primera mención formal al IER. Estos antecedentes aclaran con nitidez elementos relevantes de la identidad del IER. Tanto la Acción Católica Rural como el Instituto de Educación Rural se originan en el ámbito eclesial y al amparo de decisiones de personeros de la Iglesia Católica.

Esto queda aún más nítido, en la carta que don Rafael Larraín envía el 20 de agosto de 1954 al Cardenal José María Caro, en la que le pide: “Solicito, entonces a su Eminencia autorización a este proyecto asegurando la orientación del Instituto por medio de un sistema establecido en los Estatutos que aseguran que la Directiva será constituida por elementos representantes de la Acción Católica Rural y con necesidad de VºBº del Arzobispado para que puedan entrar en funciones”. El Instituto de Educación Rural se origina como una de las diversas respuestas que surgen desde el seno de la Iglesia Católica Chilena, a las necesidades latentes del mundo rural. Se comenzó a organizar en 1953 y obtuvo su personalidad jurídica el 16 de marzo de 1955. No obstante, el 8 de octubre ha sido celebrado institucionalmente como la fecha del aniversario de su creación, dado que en esa fecha, el año 1954, se firmó el Acta de Constitución de la Fundación.

3.- UN RECUERDO Y RECONOCIMIENTO

Este año 2014, el Instituto de Educación Rural cumple 60 años de vida fecunda para la juventud, las familias y las comunidades rurales. Siempre ha tenido como emblema el servicio a la vida rural, a la dignificación de los más débiles del campo, a su promoción humana, social, cultural y profesional. Ha sido siempre fiel a su vocación educadora y formadora de personas y ha sido consecuente con los valores y principios que le dieron origen. Desde su inspiración cristiana ha servido al campesinado sin discriminación.

Por ello, después de 60 años de trabajo surge un sentimiento de gratitud, un recuerdo y un reconocimiento.

Las instituciones se crean y existen gracias a las personas que contribuyen a su desarrollo y hacen su historia. Un ejercicio de retrospección nos llevaría a resaltar a personeros que son claves en la formación de la Acción Católica Rural y del IER. Reconocemos que el Cardenal José María Caro, Arzobispo de Santiago (1939-1958) desde sus raíces campesinas, fue un animador decisivo en la organización de la Juventud Agrícola Católica y del Instituto de Educación Rural. Recordamos a Mons. Manuel Larraín, Obispo de Talca (1938-1966) y Asesor Nacional de la Acción Católica decisivo impulsor también de ambas iniciativas. A Mons. Jorge Larraín Cotapos Obispo de Chillán (1937-1955) y a su sucesor Mons. Eladio Vicuña Obispo de Chillán desde Agosto de 1955. A Mons. Alejandro Menchaca Lira Obispo de Temuco (1941-1963). Todos ellos incentivaron en sus diócesis, la JAC y el IER, al igual que otros obispos y sacerdotes que sería muy extenso enumerar.

Un recuerdo y reconocimiento especial a don Rafael Larraín, sacerdote, primer Asesor de la JAC y fundador del IER, quien le dio forma y vida a ambas iniciativas. Luchó con energía para prestar un servicio de educación y formación humana integral involucrando a todos los protagonistas de la sociedad rural. Don Rafael fue un formador espiritual por excelencia, y un sacerdote ejemplar que se entregó con gran generosidad y entusiasmo a la JAC y al Instituto.

Varias diócesis nombraron sacerdotes como asesores de la JAC y del IER. Un recuerdo especial para el Pbro. Jorge Navarrete asesor y fundador de ambas iniciativas en Chillán, para los Pbros. Gustavo Grandón y Benjamín Miranda colaboradores y asesores en Chillán; Pbro. Orozimbo Fuenzalida asesor en la Diócesis de Rancagua, Pbro. Luis Ramírez cooperador en la Diócesis de Rancagua, Pbro. Mario Molina asesor de la Diócesis de Talca, Pbro. Fernando Retamal asesor de la Diócesis de Linares, Pbros. Juan de Dios Olivares y Roberto Huerta asesores en la Diócesis de San Felipe.  También destacamos al Pbro. Benjamín Ulloa asesor de la Central de Santa Ana y luego de Ancud, Pbro. Francisco González asesor de Malloco, Pbro. Dirk de Witt asesor de Loncoche, Pbro. Gerardo Alkemade asesor de Santa Ana, Pbro. Carlos Camus asesor de Lo Vásquez, Pbro. Angel Jiménez asesor de Los Álamos y el Pbro. Jaime Infante asesor en Santiago de los promotores y programas en terreno. A los sacerdotes Padre Guido Rodríguez de Victoria y Federico Hegarty en Cholchol por su acogida a los primeros promotores que llegaron a la Diócesis de Temuco.  Nuestro reconocimiento también a los Pbros. Carlos Crovetto, Augusto Larraín, Andrés Lacalle, Juan Luis Ysern, José Merlot entre otros que colaboraban ofreciendo un servicio espiritual en las Centrales y en las comunidades.

Don Rafael invitó a  destacados agricultores a organizarse en “grupos zonales” para cooperar en la instalación y desarrollo del IER, dedicando mucho tiempo a acompañar y dirigir a dichos grupos de patrones.  Muchos de ellos fueron activos colaboradores facilitando a sus inquilinos acudir a las Centrales de Capacitación Campesina del IER.  En los inicios del Instituto destacan los Sres. Manuel Ossa, Francisco Ochagavía, Fernán Luis Concha, Alfredo Schiappacasse, Pedro Undurraga Mackenna, Juan Zelaya, Eugenio Cruz, Gonzalo Pérez, María Angela Ochagavía, Mercedes Reyes de Cerveró, Gabriel Joannon, Salvador Alcalde, Sergio Ruiz Tagle, Alfonso Vicuña, Servando Jordán, Ignacio Alamos, José Cánepa, Luz Aldunate, Mercedes Monckeberg,  Enrique Serrano, Jaime Larraín García Moreno, entre otros.

 

OBJETIVO DE LA INSTITUCION

 

Durante el proceso educativo pretendemos iniciar, desarrollar y perfeccionar un camino para que nuestros jóvenes se transformen en:

Técnicos profesionales de nivel medio que han desarrollado al máximo sus capacidades (sociales, cognitivas, afectivas, espirituales) para ingresar al mundo laboral o proseguir estudios de nivel superior, favoreciendo la integración con la familia, su incorporación a la vida en comunidad y la vinculación con el mundo productivo, siendo promotores de su propio proceso de crecimiento personal y social.

 

GALERIA DE FOTOS

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